Diferencias entre lectura activa y pasiva. Consejos para leer mejor y más rápido.
¿Cómo sacar el mayor provecho de lo que leemos?
Al tener delante de nuestros ojos un texto, podemos tomar una de dos actitudes, pasiva o activa. La pasiva y puramente receptiva, va recorriendo los ojos sobre las palabras escritas, sin detenerse a criticar ni a reflexionar. Tal lectura no deja prácticamente más que resultados memoristas, en el mejor de los casos. Tanto para aprender a estudiar como para aprender a investigar es indispensable leer activamente.
¿Cómo leer activamente?
La lectura activa incluye, en primer lugar, el conocimiento seguro de cada uno de los vocablos usados por el autor. Además, cuando leamos documentos, por lo menos de divulgación media o alta, tratemos de conocer la preparación científica de los autores citados y la relación que tienen con el tema. Es importante, por ejemplo, tomar siempre en cuenta las fechas de los libros citados; comparar las fuentes citadas con el escrito para estar seguros de que las citas estén dentro del contexto (esto es, que no haya frases entresacadas más o menos artificiosamente para comprobar una hipótesis). Además, si tenemos alguna información respecto a autores que hayan tratado esa materia, debemos preguntarnos si los que nosotros conocemos como los más avanzados en ese tema, han sido utilizados o no.
Otro aspecto de la lectura activa consiste en la revisión de las referencias auxiliares: ilustraciones, fotografías, cuadros, tablas (particularmente cuadros estadísticos), etc. Igualmente, deberíamos examinar si sus datos estadísticos realmente comprueban la tesis o únicamente dan una aproximación de baja probabilidad.
Fuera de estos detalles, el estudiante debe preguntarse qué es lo más sobresaliente, lo más original que el autor dice respecto a su materia. En otras palabras, qué sería lo que el lector consideraría como la contribución más importante de su libro. Enseguida, debemos preguntarnos si efectivamente tal contribución es valiosa o no.
En alguna forma, el autor mencionará en el prólogo, en la introducción o en las conclusiones, cuáles son los puntos que considera más importantes de su libro.
Antes de leer un libro es conveniente hacer un recorrido del índice del mismo para advertir su estructura y memorizarla a grandes rasgos. La introducción y el epílogo son partes muy importantes para darnos una idea de lo que el libro trata en general.
Cuando el lector exponga alguna hipótesis o alguna tesis (una hipótesis comprobada), es necesario criticar particularmente el diseño de la prueba, las técnicas y procedimientos de comprobación o disprobación de sus hipótesis.
La lectura activa incluye también una comprobación, al menos mental, con otras publicaciones del mismo tema. Finalmente, antes de cerrar el libro o el escrito debe tomarse el apunte bibliográfico.
Esta lectura activa puede ser utilizada no sólo para libros sino para artículos de revistas, programas de televisión, programas de cine, funciones de teatro, radio e incluso exposiciones de arte.
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